jueves, 22 de octubre de 2015

LA HISTORIA DEL COMIC EN JAPON

Sin tener en consideración las historias humorísticas niponas contadas sobre rollos de papel de los siglos IX y X (los Chojugiga), puede decirse que los antecedentes del manga (el cómic nipón) son los Ukiyo-y también, grabados que abundaron a lo largo del Periodo del Edo (mil seiscientos-mil ochocientos sesenta y siete), una temporada de dictaduras feudales que provocó descontento y frustración social. Estos grabados acostumbraban a ser parodias políticas que retrataban fielmente las costumbres cotidianas de la cultura nipona de la temporada.

En el año de mil ochocientos catorce, el artista Katsushika Hokusai empezó a efectuar dibujos en los que relataba historias cortas protagonizadas por samuráis, representando las guerras y acontencimientos por los que había atravesado el país nipón a lo largo de aquel periodo. Justamente, este pintor crearía el término manga, juntado los términos "man" (involuntario) y "ga" (dibujo o bien pintura). El primer autor nipón que rompería las filas del material extranjero fue Rakuten Kitazawa, en el suplemento dominical Jiji Manga (del diario Jiji Shimpou). Hete aquí, puesto que, la génesis de la aplicación del nombre manga, que tendría su desarrollo (y se transformaría en una auténtica industria) en la posguerra. Entre las primeras creaciones de Kitazawa fue "Mokubê no Tokyo", en mil novecientos dos. 3 años después llegaría la primera gaceta japonesa con caricaturistas locales, "Tokio Puck". Y alguien vital en el desarrollo del manga sería Ippei Okamoto, con series como "Kanraku" (mil novecientos catorce) y "Monomiyusan" (mil novecientos dieciseis). Ya en mil novecientos treinta vería la luz Ogon Bat (izquierda), de Suzuki y Nagamatsu (el personaje, un semidios justo procedente de la Atlántida que combatía a las fuerzas del mal, más tarde triunfaría en Occidente con el nombre de "Fantasmagórico").

En mil novecientos treinta y tres llegaría "Boken Dankichi", de Keizo Shimada, y en mil novecientos treinta y seis aparecería, en el diario "Asahi Shinbun", el personaje de un pequeño travieso, "Fukuchan", de Ryuichi Yokoyama. Mas sería en mil novecientos cuarenta y cinco cuando se crea un ya antes y un después en la historia del manga, de la mano de Osamu Tezuka, quien sería el responsable por completo de toda la estética, la narrativa y la puesta en página de lo que conocemos en nuestros días como Manga. La obra de Tezuka que revolucionó el planeta del manga fue "Shin Takarajima" (La nueva isla del Tesoro). Tal vez inspirado por los dibujos de Disney, en todos y cada obra suya (y de sus sucesores) hay un sinnúmero de imágenes y dibujos meticulosos, con personajes de ojos grandes y redondeados, y con mirada intensa. En mil novecientos cincuenta Tezuka creó "Jungle Taitei" (Emperador de la Jungla), protagonizada por un cachorro de león blanco (Kimba), y, un año después, diseñó el cómic de ciencia ficción Atomu Taishi, conocido entonces como Tetsuwam Atom, y en el mercado internacional, como Astroboy (derecha). Tezuka volcó su amor por el cine y la animación en planchas de papel asequible y expandió su forma de ver los mangas mediante múltiples otras obras, como Ribon no Kishi (mil novecientos cincuenta y tres), Miniyon (mil novecientos cincuenta y siete), Wonder Three (mil novecientos sesenta y cinco), Dororo (mil novecientos sesenta y siete), Hinotori (mil novecientos sesenta y siete) y Black Jack (mil novecientos setenta y tres).



En mil novecientos cuarenta y seis llegaría, de la mano de Machiko Hasegawa, "Sazaesan", una tira cómica protagonizada por un ama de la casa. En mil novecientos cincuenta y cuatro Eiichi Fukui creaba la serie Akado Suzunosuke, editada en la gaceta Shonen Gaho. En mil novecientos cincuenta y seis salió en venta la primera publicación semanal de manga, el Shukan Manga Times. En mil novecientos cincuenta y ocho aparecería "Gekko Kamen" (izquierda, conocido más tarde en castellano como Centella), al cargo de Kawauchi y Kuwata. En mil novecientos sesenta y cuatro llegaría "Cyborg nueve", de Shotaro Ishimori, en mil novecientos sesenta y siete aparecería la serie sobre carreras automovilísticas "Mach Go Go Go" (famosa en castellano como "Meteoro") de Tatsuo Yoshiday, y en mil novecientos sesenta y nueve el manga "Golgo trece", de Takao Saito. El manga infantil más triunfante, Doraemon, aparecería en mil novecientos setenta, creado por Abiko y Fujimoto. En mil novecientos setenta y dos Go Nagai crearía a "Mazinger Z", entre los personajes más conocidos del manga y el anime japones. Fue con lo que ciencia ficción, fantasía, y aventura cotidiana relajaron a una generación. Llegarían, con el tiempo, otras series como "doctor Slump" (mil novecientos ochenta, de Toriyama), "Akira" (mil novecientos ochenta y dos, de Katsuhiro Otomo), Kaikei Shuten (mil novecientos ochenta y seis, de Sekikawa y Taniguchi), "Naniwa kin’yudō" (mil novecientos noventa, de Yuji Aoki) y "Monster" (mil novecientos noventa y cuatro, por Naoki Urasawa).


De esta manera, la humanidad de los personajes japoneses, que tenían debilidades y se enamoraban, calaron de manera perfecta en América. Las series se desarrollaron con longitudes extensas y numerosas sagas, como en el caso del popular manga "Dragon Ball" (creada por Akira Toriyama, inspirado en una vieja historia legendaria china), en la que se relatan las aventuras de "Goku" y de todos y cada uno de los personajes a los que va conociendo durante más de 7 mil páginas.

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