Sin tener en consideración las historias humorísticas
niponas contadas sobre rollos de papel de los siglos IX y X (los Chojugiga),
puede decirse que los antecedentes del manga (el cómic nipón) son los Ukiyo-y
también, grabados que abundaron a lo largo del Periodo del Edo (mil
seiscientos-mil ochocientos sesenta y siete), una temporada de dictaduras
feudales que provocó descontento y frustración social. Estos grabados
acostumbraban a ser parodias políticas que retrataban fielmente las costumbres
cotidianas de la cultura nipona de la temporada.
En el año de mil ochocientos catorce, el artista Katsushika
Hokusai empezó a efectuar dibujos en los que relataba historias cortas
protagonizadas por samuráis, representando las guerras y acontencimientos por
los que había atravesado el país nipón a lo largo de aquel periodo. Justamente,
este pintor crearía el término manga, juntado los términos "man" (involuntario)
y "ga" (dibujo o bien pintura). El primer autor nipón que rompería
las filas del material extranjero fue Rakuten Kitazawa, en el suplemento
dominical Jiji Manga (del diario Jiji Shimpou). Hete aquí, puesto que, la
génesis de la aplicación del nombre manga, que tendría su desarrollo (y se
transformaría en una auténtica industria) en la posguerra. Entre las primeras
creaciones de Kitazawa fue "Mokubê no Tokyo", en mil novecientos dos.
3 años después llegaría la primera gaceta japonesa con caricaturistas locales,
"Tokio Puck". Y alguien vital en el desarrollo del manga sería Ippei
Okamoto, con series como "Kanraku" (mil novecientos catorce) y
"Monomiyusan" (mil novecientos dieciseis). Ya en mil novecientos
treinta vería la luz Ogon Bat (izquierda), de Suzuki y Nagamatsu (el personaje,
un semidios justo procedente de la Atlántida que combatía a las fuerzas del
mal, más tarde triunfaría en Occidente con el nombre de
"Fantasmagórico").
En mil novecientos treinta y tres llegaría "Boken
Dankichi", de Keizo Shimada, y en mil novecientos treinta y seis
aparecería, en el diario "Asahi Shinbun", el personaje de un pequeño
travieso, "Fukuchan", de Ryuichi Yokoyama. Mas sería en mil
novecientos cuarenta y cinco cuando se crea un ya antes y un después en la
historia del manga, de la mano de Osamu Tezuka, quien sería el responsable por
completo de toda la estética, la narrativa y la puesta en página de lo que
conocemos en nuestros días como Manga. La obra de Tezuka que revolucionó el
planeta del manga fue "Shin Takarajima" (La nueva isla del Tesoro).
Tal vez inspirado por los dibujos de Disney, en todos y cada obra suya (y de
sus sucesores) hay un sinnúmero de imágenes y dibujos meticulosos, con
personajes de ojos grandes y redondeados, y con mirada intensa. En mil novecientos
cincuenta Tezuka creó "Jungle Taitei" (Emperador de la Jungla),
protagonizada por un cachorro de león blanco (Kimba), y, un año después, diseñó
el cómic de ciencia ficción Atomu Taishi, conocido entonces como Tetsuwam Atom,
y en el mercado internacional, como Astroboy (derecha). Tezuka volcó su amor
por el cine y la animación en planchas de papel asequible y expandió su forma
de ver los mangas mediante múltiples otras obras, como Ribon no Kishi (mil
novecientos cincuenta y tres), Miniyon (mil novecientos cincuenta y siete),
Wonder Three (mil novecientos sesenta y cinco), Dororo (mil novecientos sesenta
y siete), Hinotori (mil novecientos sesenta y siete) y Black Jack (mil
novecientos setenta y tres).
En mil novecientos cuarenta y seis llegaría, de la mano de
Machiko Hasegawa, "Sazaesan", una tira cómica protagonizada por un
ama de la casa. En mil novecientos cincuenta y cuatro Eiichi Fukui creaba la
serie Akado Suzunosuke, editada en la gaceta Shonen Gaho. En mil novecientos
cincuenta y seis salió en venta la primera publicación semanal de manga, el
Shukan Manga Times. En mil novecientos cincuenta y ocho aparecería "Gekko
Kamen" (izquierda, conocido más tarde en castellano como Centella), al
cargo de Kawauchi y Kuwata. En mil novecientos sesenta y cuatro llegaría
"Cyborg nueve", de Shotaro Ishimori, en mil novecientos sesenta y
siete aparecería la serie sobre carreras automovilísticas "Mach Go Go
Go" (famosa en castellano como "Meteoro") de Tatsuo Yoshiday, y
en mil novecientos sesenta y nueve el manga "Golgo trece", de Takao
Saito. El manga infantil más triunfante, Doraemon, aparecería en mil
novecientos setenta, creado por Abiko y Fujimoto. En mil novecientos setenta y
dos Go Nagai crearía a "Mazinger Z", entre los personajes más
conocidos del manga y el anime japones. Fue con lo que ciencia ficción,
fantasía, y aventura cotidiana relajaron a una generación. Llegarían, con el
tiempo, otras series como "doctor Slump" (mil novecientos ochenta, de
Toriyama), "Akira" (mil novecientos ochenta y dos, de Katsuhiro
Otomo), Kaikei Shuten (mil novecientos ochenta y seis, de Sekikawa y
Taniguchi), "Naniwa kin’yudō" (mil novecientos noventa, de Yuji Aoki)
y "Monster" (mil novecientos noventa y cuatro, por Naoki Urasawa).
De esta manera, la humanidad de los personajes japoneses,
que tenían debilidades y se enamoraban, calaron de manera perfecta en América.
Las series se desarrollaron con longitudes extensas y numerosas sagas, como en
el caso del popular manga "Dragon Ball" (creada por Akira Toriyama,
inspirado en una vieja historia legendaria china), en la que se relatan las
aventuras de "Goku" y de todos y cada uno de los personajes a los que
va conociendo durante más de 7 mil páginas.
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